Un lobo suelto en el gallinero

Nueve de diez etapas primero y la otra, segundo. Miguel Ángel López terminó así, en su orden, las diez etapas de la Vuelta a Colombia: una contrarreloj, un embalaje, otro embalaje que perdió por centímetros, una etapa de alta montaña en el Alto de la Línea, una de media montaña en Belalcázar, dos de montaña en Apía y Chipre, una de media en el túnel Carlos Gaviria y otra contrarreloj. Ese nivel aplastante convirtió la Vuelta en un monopolio suyo, un dominio que ni en los tiempos de Rafael Antonio Niño se veía en las carreteras colombianas.

¿Responsabilidad de quién? Al menos en las cronos se puede decir que tuvo una bicicleta Specialized del mismo nivel que las de los corredores World Tour, pero le dieron la misma bicicleta a Óscar Sevilla y el español no rindió tan bien. Además el argumento de “la bici” no aplica para un embalaje, donde hay piernas y visión, o para un ataque demoledor como el que realizó en plena Línea para asegurarse su victoria.

¿Entonces es virtud de López o falla del resto? La verdad, ambas cosas. Supermán anda al nivel que tenía en el Astana y que le servía para ganar en el Col du Loze, pero que también le permitía mantenerse en el grupo del World Tour en las etapas restantes. Listo, convengamos que no tiene el punto de velocidad para contrarrelojear como lo hacen Vingegaard, Evenepoel o Pogacar. Pero piernas para ser uno de los mejores del mundo, las tiene, y acá se vio como un lobo hambriento atacando lo que se movía, con notorio éxito.

¿Y el resto? Porque la sensación de aplastamiento es tremenda. Vale, todos esperaban verlo ganar en la crono de La Ceja o en Chipre. Pero pasar de ganar en Yopal a ganar en Ibagué a ganar en Belalcázar no habla tan bien de López como habla mal del resto de los equipos del grupo colombiano.

No sé si a algún técnico se le habrá ocurrido hacer saltar la banca, como el propio Miguel Ángel lo hizo con el Astana en el Tour Colombia 2019, cuando se les fugó a todos en Medellín, se hizo líder y al final se alzó con el título en Palmas. Pero el Team Medellín también tuvo un control férreo. Sevilla, Fabio Duarte y el resto del equipo trabajaron para su líder con el 2. También eso es de aplaudir.

¿Entonces, es una cuestión solo de éxito del Team Medellín? Es el equipo líder del UCI América Tour, pero tampoco para tanto. Para mí faltó ambición, y Humberto Guatibonza fue el único que pudo manchar la carrera perfecta para López. Pero que deja muchas dudas de lo que hay en el ciclismo colombiano, más con la desbandada de cada vez más jóvenes que vuelven a los 24 del World Tour cansados de ser gregarios.

Tal vez está pasando como en el fútbol, donde los que medio brillan salen a cualquier lugar. Ya vemos el caso de un Camilo Gómez que con 18 años no va a hacer la carrera en Colombia sino en el Trinity del circuito europeo, y que piensa en igualar a Tom Pidcock en vez de a Supermán o Nairo. Para allá también iremos, pero hay que fortalecer el ciclismo local para que no parezca un paquete de rezagos. Por ejemplo, reformando el Tour Colombia.

Adenda. Hablando de procesos, lo de Millonarios es muestra de paciencia y ahora, de mentalidad a largo plazo. Impresiona que Gustavo Serpa no solo mire en la estrella 16, sino en mantener a un Óscar Cortés ya vendido al Lens porque lo puede necesitar para la Sudamericana y la 17. Y que tenga en mente proyectos como el centro de alto rendimiento propio o la (objetivamente, remota) llegada de Falcao García en 2024. Algo así es lo que necesitan todos los deportes colombianos: pensar a largo plazo y no solo en una victoria para hacer caja (¡hola, Yesid Pira, para no hablar de equipos del FPC!).

Juan Manuel Reyes
Últimas entradas de Juan Manuel Reyes (ver todo)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *