Opinión: los siete pecados capitales de Águilas Doradas vs Boyacá Chicó

Un partido que nunca debió jugarse, pero que deja muchas reflexiones.

Soberbia

De parte de todos los clubes que aprueban el reglamento del campeonato, ya que subestimaron la situación de la pandemia y autorizaron a jugar con un mínimo de siete hombres en la cancha sin suplentes. Soberbia de parte de Dimayor al no aplazar el partido bajo las circunstancias actuales del brote de COVID-19, pero al fin y al cabo hicieron cumplir su propio reglamento, so pena de sanciones más allá del resultado deportivo a Águilas Doradas, y sin importar la integridad física de los futbolistas (el arquero suplente Juan David Valencia tuvo su debut profesional como defensa central).

Ira

La que históricamente han protagonizado los dueños de ambos clubes, José Fernando Salazar (Águilas) y Eduardo Pimentel (Chicó). Sin embargo, ambos se portaron muy bien en redes sociales antes y después del partido. Sin dudas la exposición mediática (así no sea por algo bueno) ha sido muy alta.

También hubo ira por parte de los televidentes de WIN Sports, ya que al principio del partido no fue enfocada la protesta pacífica de Águilas Doradas, y solo después de los comentarios en redes sociales tomaron la decisión de mostrar las imágenes. El canal perdió una linda oportunidad para hacerse querer.

Avaricia

La de las casas de apuestas, que si bien es cierto tienen poco o nada que ver en el asunto, decidieron borrar de su programación el partido en mención, hecho que pude comprobar en Rushbet, Codere, W Play y BetPlay (esta última que es la patrocinadora oficial de la Liga Dimayor).

También por parte de la dirigencia de Águilas Doradas. En el reglamento está establecido que puede haber una inscripción dinámica de jugadores Sub-20, los cuales no tuvo inscritos, pero que sí tienen otros clubes como Atlético Nacional y Millonarios. ¿Ahorro de los ingresos de la TV (que no son pocos)?

Envidia

Por parte de nadie. El fútbol colombiano ha quedado en un ridículo internacional al permitirse jugar un partido de siete contra once bajo las circunstancias extraordinarias que ofrece la pandemia actual. Ha habido antecedentes en la que los brotes de COVID-19 en varios equipos de Europa han obligado a aplazar partidos, pero también injusticias como lo que terminó siendo el descenso del Deportivo La Coruña relacionado con Fuenlabrada.

Lujuria

La de muchas personas que vieron el partido por simple morbo de ver un partido de 7 contra 11 que podía ser una goleada, pero al final fue una pérdida de tiempo por la finalización abrupta al minuto 78′. Habrá que esperar el dato de rating del partido al haber sido transmitido en la señal de WIN básico, ya que puede ser récord.

Gula

De los jugadores del Boyacá Chicó, que por mala suerte, problemas definición y demás, se atragantaron de goles en el primer tiempo que de forma increíble acabó 0-0. Fue en el segundo tiempo donde encontraron los goles, pero la falta de los mismos en el primer tiempo dio mucho de qué hablar, al punto que esa carencia es la que los puede condenar al descenso en la próxima semana, por diferencia de gol (entendiendo que el descenso se define por los partidos de los últimos seis campeonatos).

Pereza

De todos los directivos de los clubes y de la organización del campeonato, ya que no se esfuerzan lo suficiente para darle un giro de 180 grados a la imagen y calidad del fútbol colombiano, aprueban reglamentos sin calcular las consecuencias (e inclusive pareciera que sin leer), se dan tiros en el pie y al final terminarán culpando a los periodistas que no hacemos parte de los esquemas de poder.

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José Gabriel Celis

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