El Mundial termina en punta

Varios días después de la final del Mundial, ha bajado un poco la euforia (a menos que uno viva en Buenos Aires, claro). El partidazo que fue la final entre Argentina y Francia ha sido un sesgo muy fuerte para los balances del periódico del lunes que posicionaron unánimemente a la Copa del Mundo de Catar como uno de los mejores torneos, si no el mejor, de la historia.

Afortunadamente, esta columna hace de “periódico del viernes” y, como dije, me permite bajar un poco esa euforia. Porque sí, es indudable que la final fue uno de los mejores partidos de la historia de los Mundiales. Pero no fue representativa de los 63 partidos anteriores, y pensar eso es una historia de un torneo que fue bastante completo, hasta en los bodrios.

¿Cómo que cuáles bodrios? Podemos empezar por España – Marruecos en octavos de final, un partido extremadamente cerrado y en el que no pasó nada de nada de nada, entre la sólida estrategia defensiva marroquí, que le sirvió para llegar a semifinales, y una Furia Roja totalmente apática. Para mí, el peor partido del campeonato, de lejos. Los 120 minutos fueron un tedio en el que ni siquiera desde el punto penal los españoles se dignaron rematar al arco de Bounou.

También hay que recordar esos días de paliza que hacen a muchos dudar de la conveniencia de meter otros 16 equipos para el 2026. El 6-2 de Inglaterra a Irán, el 7-0 de España a Costa Rica, el 4-1 que podía haber sido perfectamente 6-0 de Brasil a Corea son muestra de la desigualdad en muchos casos de estas selecciones. El aumento a 48 equipos del Mundial de Norteamérica puede reforzar estas diferencias, pues por definición los nuevos serán inferiores a los que han clasificado en esta oportunidad (teléfono, Lorenzo).

Y por supuesto, las polémicas. A mí me causa gracia que digan que a Argentina le compraron el Mundial por los penales que les cometieron, luego de que en el primer partido le anularan tres goles por fuera de lugar. El manejo del VAR y del fuera de lugar semiautomático abrieron más dudas que certezas, aunque es un tema de manejo tradicional de todo este tipo de innovaciones en medio de un deporte atado a la tradición.

Tal vez por esto también es una especie de despedida. El fútbol moderno está cambiando a un modelo mucho más preciso y analítico en el que las historias (la última oportunidad de Cristiano, la de Messi, Marruecos representando a la vez a su continente y su cultura, Inglaterra y la convicción del “it’s coming home”, el fracaso del tiki tiki) se están convirtiendo en datos y análisis, en herramientas para el apostador y el contador.

Aún así, al final y como en muy pocos deportes de conjunto, tal vez el básquetbol, las historias de los individuos se escaparon a ese dominio de los equipos. El desempeño de Lionel Messi, Kylian Mbappé, Dibu Martínez, Luka Modric, Sofyan Amrabat fue determinante para el éxito de sus equipos, y brilló sobre todo en una final donde el joven francés hizo triplete, el segundo en la historia de los Mundiales, y el veterano argentino hizo otros dos goles para llegar a su triunfo.

Como en las mejores historias, este fue un final que terminó con ganas de más. Hay eventos deportivos (los últimos Tours de Francia se me ocurren) en los que el final es un alivio. En este, todos quedamos con ganas de más. Quedan tres meses para que inicie el camino a un próximo campeonato que no será igual, tendrá más participantes y en el que el juego probablemente no tenga el mismo nivel. Una final histórica que cierra la época de los mundiales de 32 equipos deja el final en punta, y a todos esperando un partido inaugural en junio, probablemente, en Los Ángeles.

Adenda. La llegada de Fernando Gaviria al Movistar da el renombre de un ganador de maglia ciclamino en el Tour, pero una súbita escasez de resultados como parte del Emirates. No es el mejor antecedente para un equipo que nunca se ha destacado por sus embaladores y donde es igual de probable que Eusebio Unzué le dé liderazgo en San Remo a que lo ponga a trabajar para Enric Mas en una etapa alpina. Ojalá su calidad sirva para volver a ser el misil que vimos avasallando en la pista y con el Quick Step.

Juan Manuel Reyes
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