Con la despedida de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah en su labor de tenistas profesionales se puso fin a una era gloriosa del deporte blanco en Colombia, pues evidentemente la historia del tenis nacional se divide en dos partes desde la aparición de esta dupla.
Pero, esta misma percepción ocurre cuando repasamos las convocatorias a los Clasificatorios Mundialistas de fútbol y no aparece el nombre de Falcao García, o como cuando en las Grandes Vueltas ya no escuchamos las ocurrencias de Rigoberto Urán ni vemos los esfuerzos de Nairo Quintana sobre los pedales.
Y aunque la gran diferencia es que estos tres últimos aún continúan en su carrera deportiva, el punto de inflexión radica en que poco a poco, los ídolos de las viejas y las nuevas generaciones van cerrando el ciclo en sus respectivas disciplinas; es evidente que debe suceder, pero nadie está preparado para decir adiós a quien tantas alegrías le ha regalado a todo un país.
Sin embargo, la tranquilidad aparece al escuchar nombres como los de Nicolás Mejía, María Camila Osorio, Luis Díaz, Jhon Jáder Durán, Santiago Buitrago o Germán Darío Gómez, destacados entre una gran lista de deportistas que siendo muy jóvenes ya han dejado en alto el nombre de nuestra patria. Ahora bien, puede que aún exista la incertidumbre sobre qué va a suceder con este recambio generacional, pues los calendarios no dan espera y la exigencia cada vez es mayor.
La respuesta a estos interrogantes no puede ser inmediata, pero si hay algo claro es que, en Colombia, el país de la fe toca ‘echarles la bendición’ a estas nuevas figuras y dejar que la historia se siga escribiendo con letras doradas, como lo hicieron sus antecesores y como ya lo han logrado ellos en diversas categorías, pues al final lo importante es trascender… y creer en los procesos.
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