Acolfutpro anunció el cese de actividades de los futbolistas profesionales, una situación muy incómoda.
Por: José Gabriel Celis @josegacel – [email protected]
El tan anunciado (y esperado por muchos) paro de futbolistas llega en un contexto donde reina el diálogo entre sordos, ya que Acolfutpro tiene sus propuestas (algunas desmedidas) y exige negociar, ante la actitud adversa por parte de la Dimayor y la Federación Colombiana de Fútbol.
Las redes sociales están inundadas por tuits de la agremiación indicando hasta la saciedad la censura de Win Sports. Señores, Win es el canal que transmite el producto de la Dimayor, no esperen propiamente apoyo. ¿Que si hay un conflicto ético de los periodistas de Win que no mencionan nada del tema? Eso puede ser asunto para otro tipo de debate, de orden académico, fuera del contexto de la parálisis del balón y del negocio.
Los beneficiados con el paro (si es que se llega a dar realmente) serán los jugadores de categoría Sub-20 que se encargarían de jugar por parte de los clubes, que a su vez resultarán ganando ya que eventualmente podrían apelar a la justa causa para no pagar los días no laborados o para terminar contratos (ojo, esto es una posibilidad, no un hecho). Recordemos que el fútbol profesional es un negocio privado, no es de todos.
Al asunto se le sumó el pulso entre políticos, del presidente de Dimayor Jorge Enrique Vélez y el Viceministro de Trabajo Carlos Baena, que en busca del diálogo también quiso protagonismo, saliéndole evidentemente el tiro por la culata (aunque la forma no fue la más diplomática).
¿Se puede juzgar a Dimayor por «actuar mal» al no escuchar o atender las presiones de Acolfutpro? Este episodio pareciera más un chantaje de empresarios para obtener una tajada gorda del pastel económico que da el fútbol, con el rumor del nuevo patrocinador que reemplazaría a Águila, (BetPlay) y la llegada inminente del Canal Premium, todo desde 2020.
Los perjudicados con el paro terminarán siendo (una vez más) los espectadores, que podrían organizarse y presentar su propio pliego de peticiones hablando de la pobre calidad de juego en varios partidos, las simulaciones excesivas, la capacitación y el profesionalismo arbitral, el elevado precio de la experiencia FPC (boletería, comida, escenarios), la violencia y la ausencia de resultados a nivel local e internacional.
¿Alguien ha pensado realmente en los futbolistas y los exfutbolistas? Un interesante concepto trae el exjugador Ricardo Ciciliano de quien extraigo lo siguiente:
«Nuestros derechos sí son vulnerados y se busca generar soluciones, pero la asociación de futbolistas busca una disputa donde los perdedores vamos a seguir siendo los jugadores (…) nosotros obedecemos sin pensar en las consecuencias».
A los interesados solo les queda esperar al 30 y 31 de octubre (porque evidentemente Acolfutpro no quiso hacerlo) cuando la Dimayor tendrá su asamblea de clubes donde definirá el camino del FPC 2020, pensando en la presencia del Torneo Preolímpico en enero y febrero, la Copa América en junio y julio, sumado a los torneos internacionales de clubes, para organizar de alguna manera su calendario.
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