El deporte de la gente, ¿para la gente o para quién?

Desde hace 74 años el pueblo colombiano disfruta de su propia liga de fútbol, por la que han pasado cientos de jugadores de múltiples nacionalidades, algunos de ellos considerados también como figuras icónicas a nivel global. Para ejemplificar está el caso de Alfredo Di Stéfano, quien después de formar parte del equipo ‘embajador’, se convirtió en ídolo del Real Madrid; o con entrenadores como Adolfo Pedernera, quien logró que por primera vez en la historia nuestra Selección Tricolor tuviese participación en un Mundial. Estos, entre otros factores, hicieron que el torneo nacional fuese un atractivo internacionalmente durante décadas, y que incluso se convirtiera en un ‘referente’ por lo cual se eligió el año 2020 como la “quinta mejor del mundo” por la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol).

Pero, poco a poco el declive del fútbol ‘cafetero’ ha mostrado sus frutos, y hoy nos encontramos con un torneo mediocre, en el que todos los equipos buscan la clasificación a la siguiente fase con temporadas irregulares y el favoritismo o liderazgo de algún plantel se desvanecen por completo.

¿Y quién tiene la culpa de todo esto? ¿Serán los jugadores que muestran su bajo nivel físico aun con salarios exorbitantes, o la constante interrupción de los procesos con los técnicos? Quizás podemos preguntarnos por los presidentes de los clubes que tras años en su dirigencia no realizan buenas gestiones, dejando desfalcos en las finanzas; también cuestionar a las hinchadas que según los resultados apoyan o están en contra del club; y ni hablar de los árbitros que constantemente son sancionados por sus malas presentaciones en los partidos.

Como todo en la vida, cuando falla una parte, las cosas salen mal, y cuando fallan dos o más, el panorama es aún más oscuro. Lo cierto es que la esencia del fútbol colombiano se ha visto afectada por muchas malas decisiones que año tras año han tomado rienda suelta y que afectan la imagen de un campeonato tradicional mezclado con política, influencias negativas y patrocinios equivocados que se preocupa por todo menos por el fútbol.

Es que, aspectos básicos como el jogo bonito han tendido a desaparecer de nuestro ‘deporte popular’, y cada vez son menos los argumentos para competir de manera destacada a nivel internacional, además, la superioridad de los llamados ‘equipos grandes’ se esfuma conforme avanza el tiempo y pareciera no tener reversa. Sin embargo, todavía se puede trabajar por recuperar esa imagen intachable que se tenía, más allá de entender que escándalos en nuestras federaciones y competiciones, siempre han existido. Ahora, ¿cuándo será? No lo sabemos. Mientras esto sucede, los seguidores de este deporte seguirán a la espera de conocer a un nuevo campeón en una versión del torneo poco habitual, pues ninguna escuadra llega como favorita y cualquiera puede quedarse con la tan anhelada ‘estrella de Navidad’. ¿Cuál ganará? La que menos escándalos genere, o la que no pelee con su hinchada. También puede ser campeona aquella que le caiga bien a los árbitros, o la que mejor fútbol muestre sin perder más del 50% del partido en faltas. Al fin y al cabo, en este país nada nos sorprende, así que, hagan sus apuestas.

Alejandra Velásquez
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