El baile de los que sobran

Hace algunos días, la FIFA confirmó a Colombia como sede de una nueva Copa del Mundo, esta vez en la categoría femenina sub-20, torneo que se jugará en el año 2024.

Con el anuncio fueron muchas las alegrías de los que creen a ciegas en el fútbol femenino. Las jugadoras, en primer lugar y por lógica, fueron las que más mostraron sus emociones; también la prensa partidaria y algunos de los grandes medios de comunicación del país. ¿Y cómo no va a existir orgullo cuando se piensa en lo que significa recibir a las mejores selecciones del mundo y a las próximas estrellas del balompié? ¿Por qué no sentir emoción cuando se visionan todos los lentes de las cámaras internacionales en las gramillas de nuestros estadios? ¿Y cómo no emocionarse cuando se puede pensar en un proceso amplio, real y serio para ellas?

Ahí, en este último interrogante es en donde se exponen las dudas, pues la misma esperanza se sembró el año pasado al ser el país anfitrión de la Copa América Femenina; pero todo terminó en el círculo vicioso de hacer un torneo corto, en horarios poco adecuados, juegos que se cruzaban entre sí, y sin una producción adecuada de televisión.

Obviamente podemos sentirnos gratos con que exista una ‘continuidad’ en la realización, en los patrocinios, y en el cumplimiento de garantías por parte de algunos equipos; pero también debemos exigir que cada vez las garantías sean mejores, y no que la balanza busque su equilibrio en un solo costado.

Y es que, como dice Tony Robbins: “No hay éxito duradero sin compromiso”, por eso es que aún existen muchos baches que hacen que el público sea repelente con este tipo de campeonatos, o que, en medio del auge y el apoyo que ha tenido en varias plazas, todavía haya personas que no sepan que existe la Liga Femenina.

Tras ello, vuelve a nacer el anhelo de un campeonato cada vez mejor estructurado en el que todos los sectores de interés, e incluso, los escépticos tengan participación, pues el movimiento en masa genera transformaciones. Por ahora solo queda disfrutar de lo que será la magnífica fiesta deportiva, esperando las mejoras en infraestructuras y el apoyo que prometen los directivos del fútbol, aún más de la delegación anfitriona, para que por primera vez en mucho tiempo puedan dejar de protagonizar el baile de los que sobran.

Alejandra Velásquez
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