La eliminación temprana de Atlético Nacional en la Copa Libertadores es solo un síntoma más de lo que está pasando con el fútbol profesional colombiano.
A la hora de buscar culpables por la penosa presentación de Atlético Nacional en la noche de este miércoles (0-3 contra Nacional de Paraguay) los primeros en señalarse son los jugadores, con clara responsabilidad del arquero paraguayo Santiago Rojas, quien no estuvo a la altura del club dos veces campeón de América.
Sin embargo, es bien sabido que Atlético Nacional afronta una crisis institucional a partir de sus directivos, que después de la consecución de la Copa Libertadores 2016, se han encargado de convertir al club en lo que es hoy, un zombie que deambula por las canchas sin un rumbo claro y fijo, dejando atrás sus años de gloria y épocas grandes como la de los ‘Puros Criollos’.
Este síntoma es solo uno de varios dentro de una enfermedad dirigencial que existe en el fútbol colombiano, a nivel clubes evidente en el caso de Nacional, pero también en otros clubes, que por más proceso al que apuesten, no cuentan con el recurso para invertir en jugadores de primer nivel, sedes deportivas propias y escenarios que permitan un crecimiento real a nivel local e internacional, contrario a lo que sí sucede con clubes ecuatorianos como Independiente del Valle y LDU Quito.
El primer síntoma ocurre cada inicio de año al momento en que los dirigentes se sientan a decidir cómo se va a jugar el campeonato; 2024 pasará a la historia por ser el año con partidos todos los días sin descanso para periodistas e hinchas, y con el temporizador de 72 horas activo para los futbolistas con el objetivo de cumplir los requisitos de FIFA, pero ante todo para llenar una parrilla de televisión ‘Triple A’ y ‘Premium’ que no le da oportunidad tampoco al fútbol femenino de mostrarse como debiera.
Otro síntoma de esta enfermedad es el tema de la distribución de los ingresos, donde clubes como Atlético Nacional y Millonarios reciben los mismos 100 pesos que clubes como Orsomarso o Patriotas. Esta semana se conoció que el presidente de Dimayor, Fernando Jaramillo, buscará desde ya un mejor contrato de televisión para 2026, pero esa labor es compleja para el ‘comisionado’ de los 36 clubes profesionales ante un fútbol sobreexpuesto, que es ’emocionante’, pero de nivel bajo, demostrado con lo que le pasó a Atlético Nacional.
La solución no se ve cercana, porque al fin de cuentas cada situación de estas genera clics, visualizaciones, indignación y tiempo para los columnistas como un servidor, y para los opinadores deportivos. El cambio de mentalidad no se le debería exigir solo a futbolistas y entrenadores, también a directivos y sobre todo a dueños si queremos que algún día el fútbol colombiano sea verdaderamente importante, más que relevante.
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