Por: Camila Villamarín, estudiante 7° semestre Comunicación Social CUN – @CamiioChan – [email protected]
La cita era a las 10 de la mañana en el AmFit Gym, ubicado en el conjunto residencial Amapola en Ciudad Verde (Soacha), sitio donde realizaban entrenamiento físico. El clima invitaba a realizar diversas actividades de entretenimiento, se veían familias enteras salir de las residencias ataviados con sus ropas deportivas, parejas tomadas de la mano tirando de la correa de sus mascotas y niños corriendo emocionados con sus balones.
Pero no estaba allí para envidiar el estilo de vida de unos, estaba para conocer a 42 jugadores que desde las nueve de la mañana estaban en el gimnasio acondicionando su cuerpo, preparándose para competencias de un deporte poco conocido en Bogotá, incluso en Colombia: el fútbol americano.
Hace 100 años en Estados Unidos se creó esta disciplina que, siendo un poco similar al fútbol tradicional, se juega en una cancha de dimensiones de 110m – 122m de largo y 68m – 70m de ancho, en el cual dos equipos se enfrentan para anotar el mayor número de puntos.
La influencia estadounidense ha alcanzado el deporte en nuestro país, lo que veíamos lejano en las pantallas de las películas y las series deportivas, se ha materializado en Bogotá y tomado la forma de un equipo que hoy entrena con gran esfuerzo en el municipio de Soacha: Rhinos.
Al ingresar al gimnasio me fue imposible ocultar la sorpresa que me generaba ver hombres de diferentes estaturas y complexiones corporales realizando rutinas de ejercicio que sin duda implicaban un gran esfuerzo. Caminaban de un lado a otro mientras gotas de sudor caían por sus cuellos hasta perderse en la camiseta roja de su uniforme, color principal del equipo junto con el negro.
Con gran amabilidad me recibió Santiago Daniel Ruiz Fonseca, entrenador del equipo, quien tiene cuatro años de experiencia como coach y nueve practicando este deporte. Sin rodeos y siendo sincero ante mis preguntas, me dice que Rhinos es un equipo nuevo, dado que se constituyó hace apenas cuatro meses.
Pero es que en Colombia el fútbol americano es un deporte relativamente joven, ya que apenas lleva 10 años en la escena. Hay dos ligas que han logrado consolidarse, una es la Fundación Federación Colombiana de Fútbol Americano (FECOFA), de la cual hacen parte aproximadamente 16 equipos distribuidos en Bogotá, Antioquia, Cundinamarca, Valle del Cauca y Tolima. Y la otra, es el Torneo Interregional CFA compuesto de ocho equipos de ataque.
—Actualmente el equipo se prepara para una competencia que hay en diciembre contra un equipo en Ibagué llamado Thunders—dice Santiago, mientras mira de reojo a los chicos que no han parado de entrenar y añade—: También entrenamos para los interregionales del 2020.
El proceso no es fácil, el fútbol americano es un deporte que implica una inversión de dinero un poco alta, dado que al no ser reconocido por el Ministerio del Deporte no pueden contar con financiación del gobierno, caso que seguramente presentan muchos otros deportes en el país.
—Los implementos deportivos básicos como balones, escaleras, conos, son costosos. La indumentaria está por $1’200.000, una básica. El solo casco puede costar $500.000 para arriba— comenta Santiago.
Pero no solo es eso, la inscripción para poder participar en los interregionales tiene un valor de aproximadamente $2’000.000 a $2’500.000, además, como es un sorteo, deben viajar a los destinos donde vayan a competir, dinero que sale del bolsillo de los jugadores. Adicional, no hay apoyo del sector privado, por lo que la premiación no es en efectivo, sino que es la entrega de medallas y trofeos, un reconocimiento.
Ninguno de los miembros de Rhinos vive del fútbol americano, algunos ejercen como contadores públicos, obreros, abogados, arquitectos, otros son estudiantes. Pero sin duda, cada uno ve en este deporte la oportunidad de repercutir en la sociedad y generar un impacto, lograr el reconocimiento que merecen.
Porque el fútbol americano es mucho más de lo que podemos llegar a pensar, este deporte está lejos de los estereotipos que se habían formado en mi mente gracias a películas, series junto con otras fuentes de información, donde priman los golpes, las dolorosas lesiones y una ira incontenible.
—Cuando escuchas fútbol americano se piensa en golpes de inmediato —dice Alejandra Calderón, corner del equipo femenino de Rhinos—, pero realmente no es de esa manera, es táctica.
Las mujeres también tienen un lugar en este deporte, aunque su reconocimiento no es tan grande como el de los hombres. De hecho, Alejandra juega junto a sus esposo e hijos, quienes también hacen parte del equipo y se ven felices compartiendo este espacio. ¿Increíble? Un poco. No esperaba encontrar familias completas y menos a mujeres haciendo parte del equipo. ¡Vaya sorpresa!
Pero retomando lo anterior, el fútbol americano es estrategia. Todos los integrantes del equipo están implicados, cada uno cumple una función y para poder anotar en la cancha es necesario que cada uno efectúe ese rol, no es un trabajo individual en el que solo uno llega con el balón para anotar. La individualidad los puede llevar al fracaso.
Es necesario que el equipo entienda que son uno solo, por ello, en Rhinos forman a los jugadores en valores, fomentan la hermandad, eliminan la competencia y crean un espíritu de solidaridad. Antes, durante y después del juego es prioridad que los compañeros se encuentren bien, que no hayan lesionados.
Los valores están por encima del juego, porque solo ellos los puede conducir a un éxito mayor.
Claro que el entrenamiento físico no se deja de lado, este requiere disciplina y un nivel de exigencia. En Rhinos procuran que los nuevos integrantes reciban una formación completa acerca de este deporte, por ello, lo primero que hacen es enseñar acerca del fútbol americano y las posiciones, no es posible jugar aquello que no conoces y debes empezar desde cero.
De acuerdo a la contextura de la persona le asignan una posición y ahí inicia su acondicionamiento físico, por ejemplo, si son receptores hacen trabajos de seguridad, si son lineros trabajan pesas y potencia, así el jugador se va preparando. La última fase es el entrenamiento de contacto o golpeo, así se aseguran de que la persona siente confianza en el juego.
¿Tiempo de entrenamiento? Depende de la disciplina, unos duran un año otros tres meses.
A medida que avanza la entrevista me es inevitable no ver las sonrisas de los jugadores, el empeño en los ejercicios que realizan y el esfuerzo que significa estar allí. No es fácil construir camino en un deporte que no es reconocido y no recibe la financiación que requieren, pero ellos están allí. Es tanta la pasión por el deporte, la unión, la entrega que se mantienen firmes a pesar de las dificultades, lo que demuestra un gran amor hacia este deporte que, de una manera u otra, ha impactado sus vidas.
Rhinos sin duda tiene un amplio camino por recorrer, Santiago lo sabe y el equipo también. Sin embargo, su sincero compromiso por popularizar este deporte y fomentarlo a nivel nacional les sostiene ante estas dificultades, su pasión y entrega les motiva cada día a continuar.
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