Después de una turbulenta semana en Colombia, es tiempo de analizar con cabeza fría lo que viene.
El deporte y la política han tenido estrechos lazos desde siempre, muchas veces siendo el espectáculo la excusa perfecta para ser el «pan y circo del pueblo». Ejemplos hay muchos, los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, los Mundiales de 1934 en Italia y 1978 en Argentina, entre otros. Y esta semana, en el contexto del Paro Nacional, se posicionó en las redes sociales un rechazo generalizado a la Copa América 2021 a disputarse en Argentina y Colombia.
Lo primero que hay que dejar muy claro es que la Copa América se va a disputar sí o sí, prueba de ello el rumor que da cuenta de Conmebol alistando a Paraguay como plan B para la realización del evento en caso que no pueda hacerse por fuerza mayor en los países designados como sede originalmente.
Es evidente el descontento de los colombianos con la gestión del gobierno de Iván Duque, no solo por una reforma tributaria, siendo los huevos a 1.800 pesos del ahora exministro Alberto Carrasquilla el nuevo ‘florero de Llorente’ que desató las protestas y el Paro Nacional, que han desembocado en alteración del orden público con episodios de bloqueos, vandalismo, desabastecimiento, y especialmente y de forma notoria por la comunidad internacional, violación a los Derechos Humanos por cuenta del ESMAD y la policía, ante la protesta pacífica.
Ese descontento se replica y llega a lo deportivo cuando el presidente Duque afirma que no ve motivos para que la Copa América no se realice en Colombia. Sin embargo, más allá de la opinión de las redes sociales, que solo representa una parte de la realidad, y que en muchos otros contextos no ha representado la realidad absoluta, Conmebol sigue con la idea firme de hacer el torneo en Colombia. ¿Por qué?
Es muy difícil de probar, pero hay muchos acuerdos que no se conocen por encima de la mesa. Es claro igualmente que Colombia en su momento adquirió un compromiso político desde antes de la pandemia, donde hubo lobby y muchas otras situaciones para obtener la sede de un torneo que en principio iba a dejar muchas cosas buenas al país desde el espectáculo y el turismo; tristemente la pandemia frenó esas cosas buenas. Ahora solo queda cumplir con un torneo a puerta cerrada, donde los organizadores no pagarán un peso de impuestos y en cambio el Estado invirtió una cifra de aproximadamente 12 mil millones de pesos en la adecuación de cuatro estadios (esa plata ya se gastó y hay que entenderlo).
El malestar ciudadano no se va a calmar de un día para otro, por lo que es difícil predecir lo que ocurra en la Copa América si se juega en Colombia, ya que solo algo extraordinario hará a la Conmebol cambiar de decisión (es claro que el gobierno no cambiará su decisión aunque es evidente que en el país no hay ambiente para recibir esta fiesta deportiva).
El silencio reina desde el fútbol colombiano, no tanto por manifestaciones de solidaridad que pueden darse o no en redes sociales, sino por lo ocurrido esta semana, donde Santa Fe, La Equidad y Atlético Nacional tuvieron que improvisar viajes con los costos que conlleva a ser «locales» en Paraguay, brindando ventajas deportivas. Sin embargo, hubo recompensa, la vacunación de los planteles contra el COVID-19 gracias a las dosis que le obsequió Sinovac a Conmebol. ¿De ahí el silencio?
Para concluir, es imposible tener contentos a todos, la única solución que procede para que Colombia pueda cumplir con su compromiso deportivo y político con Conmebol de hacer la Copa América (literalmente por cumplir, porque una fiesta no va a ser) está en las manos de Iván Duque, aunque eso debe ser lo último en la lista de pendientes del país.
Presidente Duque, la gente se cansó del mal gobierno, de los asesinatos de líderes sociales, del abuso policial, de las reformas injustas e inequitativas con una población que vio cómo se incrementó la pobreza a más del 40% en el último año, de la falta de oportunidades de empleo y de una educación digna para los jóvenes y los niños. Todo eso se debe resolver, y aunque no sea pronto sí es la prioridad, es la Copa que merecen los colombianos.
Una ñapa: invito a los lectores a que tengan educación política, a informarse bien y no dejarse llevar por lo primero que ven o les dicen en redes sociales, y sobre todo votar bien en las próximas elecciones legislativas y presidenciales de 2022.
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