El periodismo es una profesión con un alto impacto social, así sea de deporte, pero aún más lo es con los temas de género.
Hoy 19 de marzo es el supuesto día del hombre, que en realidad es la celebración católica de San José, padre adoptivo de Jesús según La Biblia. Sin embargo, fue creado hace pocos años para cumplir con objetivos de orden comercial, muy distinto a lo que significa la conmemoración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, cuyo contexto gira en torno a los derechos de la mujer.
Con ese punto de partida, esta editorial la dedico no para hablar de los problemas de nuestro fútbol, de lo que hace el Ministerio del Deporte como la semana anterior, sino para hablar de ese periodismo deportivo de antaño que nunca tuvo enfoque de género y le hizo falta sensibilidad, hechos que son evidentes a partir del cambio en el discurso social que ha sucedido en los últimos 10 años.
Loro viejo no aprende a hablar y es claro que los periodistas deportivos de la era empírica como Carlos Antonio Vélez siguen siendo polémicos, en su caso por abordar los temas políticos desde su punto de vista, lo cual hace parte de su libertad de expresión. Sin embargo, la libertad de expresión no debe confundirse con la revictimización que hizo Óscar Rentería, la cual le costó la salida de El Pulso del Fútbol de Caracol Radio.
Vamos a los hechos, el pasado 3 de marzo en el programa radial (minuto 38:11) se habla de noticia de la denuncia que una mujer interpuso contra el futbolista marroquí del París Saint-Germain Achraf Hakimi. A continuación vamos a desglosar las opiniones y sus impactos:
«La primera falla de la muchacha es haber ido al apartamento del jugador. ¿A qué va una muchacha al apartamento de un jugador? A correr riesgos».
• Aquí estaré de acuerdo con Rentería en el sentido que un padre de familia responsable no dejaría ir a su hija a esa situación. Sin embargo, lo que la sociedad nunca se pregunta es: ¿por qué la culpa es de ella si la primera responsabilidad de respeto en la integridad física y moral es del hombre? Nunca se plantea esa cuestión.
«Pudo ocurrir, pero la historia para mí está mal contada por la muchacha».
Esa frase va muy de la mano no solo con el concepto de mannsplaning igual que lo anterior, pero se agrava al juzgar a la mujer como mentirosa o como si hubiera tergiversado los hechos, sin que aún exista cosa juzgada en los tribunales franceses, olvidándose un paso muy importante dentro de la praxis periodística.
«Hay atrevimiento de los hombres y también hay vivas».
Ambas cosas son ciertas, y en el contexto que se habla de las «vivas» porque a Cristiano Ronaldo y a Neymar ya «les pasó» no debemos olvidar que en el caso de CR7 existió un acuerdo económico poco tiempo después de los presuntos hechos, pero el caso fue desestimado por la justicia estadounidense. En el caso de Neymar, la justicia ordinaria brasileña «no encontró pruebas».
«Si se comprueba que Haikimi la violó que lo manden para la cárcel de El Salvador.»
Acertada o no, es una opinión bastante ligera teniendo en cuenta no solo los derechos de presunción de inocencia, derecho penal y sistema penitenciario en Francia. Claramente, correspondería a un argumento en una conversación entre amigos, no tanto en un programa radial así sea muy flexible, aunque opiniones de este calibre abundan en los programas deportivos.
«Que el tipo la violó eso se lo puedo creer, pero que no me diga que ella le pegó una patada a Hakimi y ella tuvo tiempo en un rincón para llamarla por celular», dijo Óscar Rentería, y César Augusto Londoño complementó diciendo: «¡Película!»
Si Óscar Rentería fue despedido por lo que dijo, notamos que Londoño es intocable en este contexto ya que con la aseveración de que lo mencionado por la mujer en la acusación es una película, se está dando el caso cerrado en el Tribunal del Pulso del Fútbol, toda vez que Rentería desestima lo que pudo haber sucedido y Londoño lo remata.
Cabe recordar que César Augusto Londoño protagonizó hace varios años un bochornoso episodio con preguntas de doble sentido y sexistas a la campeona olímpica Caterine Ibargüen sin que pasara absolutamente nada.
Como es usual en El Pulso del Fútbol se leen los correos de los oyentes, y en respuesta a un reclamo por sus declaraciones del 3 de abril, el 6 de abril Rentería dijo:
«Si esa muchacha se fue al apartamento sola, sabía lo que podía pasar y para qué entonces viene a reclamar después y además con una película que no la creo».
Hay muy poco que agregar ante ese comentario, pero sí se puede decir que fue lo que no estuvo bien. Básicamente, en primer lugar no hay cosa juzgada en Francia, lo cual ya se dijo en este texto, y en segundo orden, la revictimización ocurre en decir «para qué viene a reclamar después», como si en el caso de una violación (si así se comprueba) la culpa fuera de la víctima y no del violador. Ese tipo de opiniones en las que la mujer es la culpable y no se promueve o se indica la responsabilidad del hombre en este tipo de casos es gran parte de lo que no está bien en la sociedad.
Por supuesto, mal haría si no incluyo las declaraciones de Oscar Rentería dice que le sorprendió a él, colaboradores, clientes y colegas, que le manifestaron su apoyo por la decisión tomada por Caracol Radio, tachándola como «una falla grave contra la libertad de expresión en el país».
Rentería dio todo el contexto y dijo «a todas las muchachas que reciban una invitación de un jugador de fútbol en un apartamento de soltero que primero conozcan a la persona (…) establecer una relación sana, digna y honesta y no ir de primera a un apartamento de soltero de un jugador de fútbol donde se puede correr un riesgo. Eso es una prevención, es un mensaje de solidaridad con la mujer, pero alguien lo tomó mal, como un hecho delictivo, una ofensa».
En este punto debo decir que lamento la situación ocurrida con Oscar Rentería porque a nadie le gustaría perder su empleo, pero en el mundo de hoy se debe tener mucho cuidado con lo que se dice, con lo que se hace, e inclusive con las interpretaciones que se le brinden a los mensajes. Me consta en el día a día que tengo como profesor universitario la gran cantidad de riesgos que se corren por una palabra, un tono o similares. En ese sentido, aprender a desaprender y saber adaptarse es lo ideal y me pongo al frente porque ese ha sido mi proceso en los últimos seis años y medio.
Sin embargo, no me puedo solidarizar con unas opiniones en un contexto de cosas no juzgadas donde lo mejor es decir «que la justicia investigue y llegue a las últimas consecuencias» e inclusive cuestionarse sobre ¿por qué sigue habiendo este tipo de casos? ¿cuál es el grado de responsabilidad y de falta de educación de los hombres? ¿por qué no somos capaces de hacer sentir a las mujeres más seguras en cualquier entorno? Eso no lo hacemos los periodistas ni mucho menos los hombres en el común de la sociedad.
Antes que ser periodistas deportivos, somos periodistas de base y muchas veces olvidamos actualizarnos, adaptarnos, ya que podemos seguir cometiendo errores de pensamiento y actuación a partir de creencias muy profundas que vienen desde casa, lo cual no se puede escudar con la libertad de expresión que muchas veces se convierte en libertinaje cuando señalamos culpabilidades sin ser los jueces, dueños de la verdad o adalides de la moral. Allí es donde una opinión se transforma en falacia y espero que esta no lo sea, sino más bien un llamado a la reflexión en estos contextos.
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