Hablando de la eliminación de la Selección Colombia de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA, el debate debería centrarse en lo futbolístico, pero ha sido lamentable y doloroso encontrar tanto odio en redes sociales, tanto de hombres y cuentas troll, que se han quejado desde el comienzo del Mundial por el préstamo de los estadios, otros que apuntan a que no debe haber más agradecimientos porque “se aplaude la mediocridad”, e inclusive discursos de homofobia por cuenta de que las futbolistas, por ser lesbianas (no todas lo son y si lo fueran no debería ser el centro del debate), no quisieron saludar a unos niños a la salida del hotel en Cali.
Al respecto, lo primero es centrar el análisis donde se debe, primero en lo deportivo. No es posible que una selección que va a afrontar un partido de eliminación directa no entrene tiros desde el punto penal. ¿Cómo es posible que no hayan tenido referencias de la arquera de Países Bajos, como dijo Juana Ortegón? Se repitió lo sucedido en Colombia-Rumania en 1994, donde ni el ‘Bolillo’ Gómez ni nadie sabían quién era Gheorghe Hagi o Florin Raducioiu.
Hizo falta liderazgo, del técnico Carlos Paniagua, a quien le valoro mucho todo lo hecho en los procesos formativos del fútbol femenino en Colombia, de cara a los rumores de indisciplina en la concentración que han salido a flote, como reflejo de la falta de humildad de algunas jugadoras en episodios como el del hotel.
Y aunque hablamos de futbolistas menores de 20 años, no se vio la jerarquía de Linda Caicedo para ir por el primer penal en la definición, a pesar de ya jugar en cuatro mundiales, uno de ellos de mayores, y unos Juegos Olímpicos.
El tema de género debe en la mesa para que se brinden las garantías para el desarrollo fútbol femenino en Colombia, pero para exigir resultados de título mundial, no es viable seguir con procesos donde no se quiera dar el salto de calidad al próximo nivel. Se exige mucho y se opina muy a la ligera, lejos de la realidad de lo alcanzable.
En la Selección Colombia femenina de mayores debe ser nombrado un nuevo técnico o entrenadora, después de lo sucedido en París 2024 y la forma en la que se dejó ir el triunfo ante España, además de ponerle fin a los vetos existentes.
No es posible que Carlos Paniagua siga siendo 2 x 1 seleccionador Sub-17 y Sub-20. Debe seguir en el proceso de scouting desde el Sub-17 y contar con un seleccionador o seleccionadora de otro nivel en la Sub-20.
El compromiso desde el fútbol base debe crecer, y en ese sentido no puede seguir siendo bajo los torneos departamentales de Difútbol, es hora de que los clubes sean parte y se organicen campeonatos federativos Sub-15, Sub-17 y Sub-19, tal como ya existe en masculino.
Todo lo anterior brindará frutos, siempre y cuando igualmente haya condiciones en la Liga Femenina, que sean torneos de mayor duración, pero con la promoción debida para que los clubes no se vean ahogados y puedan ganar también. Se necesita del compromiso de todos los actores para que el fútbol femenino en Colombia sea una opción viable y que nos brinde más alegrías que decepciones.
Si bien es cierto que hace 15 años era impensable la visibilidad y opinión que ha tenido y generado el fútbol femenino en Colombia, se debería partir de lo ocurrido con esta selección Sub-20 para mirar hacia el éxito, y no es algo que se vaya a dar de la noche a la mañana.
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