Se escribió el primer capítulo de la definición de la primera estrella de 2023. La final soñada y esperada por muchos por fin ocurre. ‘El Ballet Azul’ y ‘El Rey de Copas’ son los protagonistas de un duelo que tiene una carga para ambos bandos.
El morbo que genera para las hinchadas este clásico es innegable. Millonarios lleva años esperando por su ‘vendetta’ por lo que considera un asalto en el 89. El verdolaga por su parte desea ampliar su ventaja en títulos del FPC. De entrada, el equipo derrotado está expuesto a la humillación de su rival y a una reacción fuerte por parte de sus propios seguidores.
La misma naturaleza del compromiso, condicionó a que no presenciáramos un duelo de futbol vertiginoso. La intensidad no apareció en el Atanasio y en cambio vimos a Alberto Gamero y Paulo Autuori en rol de ajedrecistas, más preocupados por contrarrestar al rival que por exhibir su máximo potencial ofensivo.
En ese juego de estrategias, el entrenador de Atlético Nacional optó por una idea que, en vez de potenciar al equipo, sacrificó el rendimiento de Pabón y directamente renunció a la ofensiva. Oportunidad que parecía perfecta para Millonarios, sin embargo, la visita mostró superioridad en el terreno y ganó el mediocampo, pero no logró traducir eso en goles.
Al final un empate en goles, y en la mayoría de las estadísticas. La aparente superioridad azul no se evidenció en el resultado. Ambos equipos priorizaron el cuidado apostando todo para el juego de vuelta.
Jugadores como Macalister Silva, Dorlan Pabón, Daniel Cataño o Jarlan Barrera, fallaron en romper el partido. Mas allá de los intentos, el juego se mantuvo igual por 90 minutos. ¿Qué podemos esperar en la vuelta? Seguramente si no aparece una genialidad, el juego de Bogotá será un calco de la Ida.
A pesar de la ventaja de una localía, el partido sigue abierto para ambos. Más allá del inconformismo de las personas que querían ver en Medellín un juego vistoso, ambos entrenadores hoy van por el resultado por encima de todo. La prioridad para levantar el trofeo de campeón es mantener el arco en cero.
Los dos mejores equipos del torneo llegan a la final lejos de su mejor nivel y una de las causas es el desacierto de los dirigentes con la confección del calendario. Jugadores de Millonarios salieron por calambres y ambos equipos se ven diezmados en las últimas semanas.
El esfuerzo de la competencia local sumado al torneo internacional -sumando a los jugadores que fueron a las selecciones Colombia-, también predispuso a que los dos estrategas pensaran más en lo que pueda pasar en Bogotá que en el resultado del primer juego.
La cautela de los entrenadores y de los propios equipos en el terreno ha contagiado a los hinchas, que a pesar del claro deseo de ver a su equipo campeón, no se atreven a asegurar que su equipo será quien el sábado. Los medios de comunicación tampoco se atreven en dar un pronóstico.
El mayor deseo de los espectadores a nivel general es que este segundo partido sea más nutrido para la retina. Tanto por ser la final del torneo, como por tener como protagonistas a los equipos con la rivalidad más grande de Colombia. Sin embargo, Gamero y Autuori -sin olvidar lo anterior- privilegian el resultado. En el papel es la definición más cerrada en la historia reciente. Esperemos que independiente del ganador, después del pitazo final, se viva una celebración en paz.
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