“Son las 4:00 am, inicia la rutina. Despierto más por obligación que por gusto, empaco el almuerzo en la coca y preparo un poco de aguapanela que caliente el día antes de salir a ganarme el pan, así en singular, porque está muy costoso.
Termino el resto del desayuno mientras mi esposa baña y arregla a los niños. Cuando todos comen yo saco rápido a nuestro perro ‘Milo’ a que haga sus cosas de perro, tuvimos que regresar rápido debido a la lluvia capitalina que parece nunca aplacar.
Le doy un beso a mis tres hijos y otro a mi mujer. Sonrío cuando los veo con su cara adormilada pero sus ojos inundados de esperanza, esa extraña sensación de que va a suceder algo diferente que rompa con la monotonía o haga que el fin de semana llegue más rápido.
Siendo las 5:30 am, agarro mi cicla y me dispongo a recorrer más de 200 cuadras hacia el norte para llegar al trabajo. La lluvia me retrasa, pero después de una hora pasada, llego a tiempo para arreglarme, la combinación de sudor y lluvia arruina el baño con agua fría que tomé más temprano.
Inicio mi jornada, procurando que no se note el cansancio y a pesar de tanto, no puedo ocultar mi sonrisa en el rostro. Hoy juega mi equipo, y aunque a mi jefe le disgustó que le pidiera permiso otra vez para salir temprano, no importa, la cita de hoy es más importante.
Solo un triunfo y clasificamos, una victoria y ahora sí les callaré la boca a los que llevan burlándose desde hace un mes que el equipo no gana. En un abrir y cerrar de ojos llega la hora del almuerzo y me apuro ya que necesito conseguir 50 lucas prestadas. Haber logrado ahorrar para el abono ayudó mucho, pero la quincena se demora un poco, los niños necesitan su disfraz de Halloween y unas cosas del colegio. Después de pandemia todo es más caro, la plata no alcanza.
Llega la hora de salida y logro salir de la forma más discreta posible, mi jefe suele recordar cosas pendientes por hacer, pero suele olvidar los permisos. Salí apenas para llegar a dejar la cicla donde un parcero que me la va a dejar guardar en la noche. Y ahora sí, rumbo al Nemesio.
Me cuesta recordar una noche tan fría como la de hoy, pero ver las tribunas pintadas de azul calientan el ambiente. Hoy salimos de esta y de la mano del profe Gamero vamos por una nueva estrella.
Iniciamos jugando bien, como siempre. Nos ha costado el gol, pero la cuestión es que entre el primero y nos quitamos esta racha. Pasan los minutos, seguimos jugando bien, pero nada que concretamos. Muchos se desesperan, pero yo no, yo sigo con la fe.
Justo antes de acabar el primer tiempo, gol de Medellín. Silencio total, falla nuestro mejor defensa y empieza esta pesadilla, no puede ser que otra vez tengamos que sufrir. Muchos inician a insultar, discuto con algunos hinchas, ¡Respeten a los jugadores carajo!
Inicia el segundo tiempo y a medida que transcurre el tiempo, veo que lo lograremos, vamos a remontar, podré decirle a los que se burlan que se equivocan. ¡Goooool! ¡Grande Bertel!
Logramos empatar, el segundo caerá es cuestión de tiempo. Todos gritamos, saltamos, alentamos. Solo un gol y estamos en las finales.
Miro la hora y ya expira el partido, después de todo un empate no nos deja tan mal parados y tenemos buena diferencia de gol. Pero estamos encima y podemos. ¡Vamos Millos!
Fue gritar eso en la tribuna para que el rival despertara. Un pase al vacío, todos miran, sale mal el portero, un jugador del DIM que ni idea como se llama queda solo, ¡Increíble hermano! No podemos ser tan malos. Gol de la visita, no puede ser que esta gente se deje hacer estos goles. Otra vez perdimos.
No soy consciente de como salí del estadio, solo pensaba en mi esposa regañándome por tirar la plata que no tenemos en esa parranda de muertos, como les dice ella. Sigue lloviendo, pero ya no me importa mojarme, mientras ingreso a la estación de Transmilenio, no puede ser que tengamos tan mala suerte, no entiendo que está pasando.
Pienso en que lo del abono me habría servido para arreglar mi cicla que no esta en el mejor estado, o en comprar algo para la casa. ¿Yo pidiendo permiso en la oficina y ganándome problemas con mi jefe para esto? Todo el tiempo invertido en ir al estadio que podría estar con mi esposa y mis hijos, incluso me perdí el cumpleaños de mi tío para ir a verlos en Ibagué hace unos días. Todo eso ronda en mi cabeza mientras me subo como puedo al ultimo servicio que me acerca a la casa.
Así vamos varios, con la misma cara de aburrimiento y el corazón roto. En ese momento algunos en el articulado empiezan a insultar a Maca, no entiendo porqué se meten con el ídolo y me molesto.
De inmediato un ‘pelao’ que va al lado mío me deja ver lo que ocurre en su celular, mientras me dice: ‘Pille lo que dice ese %$&, dizque el capitán. No nos merecen’.
Macalister está en la rueda de prensa -Si hay alguien al que le perjudica perder es a nosotros. Al hincha le duele, claro que le duele, pero muchas veces en su vida no cambia nada-.
No cambia nada…
No cambia nada…No cambia nada…”
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