Es cierto que la vida y el fútbol no son de merecimientos. Hemos visto instituciones que haciendo bien las cosas, terminan la temporada con las manos vacías y por el contrario clubes que con una buena racha se llevan los aplausos, escondiéndose así los errores cometidos. Algo que incluso se ha vuelto normal en nuestra querida liga.
Sin embargo, estas situaciones a nivel general son excepciones. Siembra ilusiones y cosecha decepciones reza el dicho, pero esas ilusiones son producto de no ver -o negarse a ver- las cosas que vienen mal. La reciente eliminación de Atlético Nacional es la muestra fehaciente de que el cúmulo de malas decisiones son el ‘waze’ que lleva cualquier proyecto hacia el fracaso.
Es innegable que, desde el punto de vista deportivo, gran parte de la responsabilidad de esta eliminación corresponde a jugadores que teniendo todos los beneficios y comodidades. Simplemente algunos no logran rendir en la misma proporción de lo que llega a sus cuentas o no pudieron con el peso de la camiseta de un equipo grande.
A pesar de esto, no podemos tener la memoria corta, en circunstancias similares, momentos de buen o sobresaliente rendimiento entregaron triunfos y títulos. Cuando las decisiones técnicas fueron equivocadas, salió a flote el nivel que los hizo ser fichados por el ‘más veces campeón de Colombia’.
La irregularidad solo es un reflejo de lo que pasa en ‘la cabeza’. Lo que pasa a nivel directivo es errático. Decisiones alejadas de la identidad del club y la coherencia, las cuales parecen tomadas por el hígado y no por el cerebro.
Lo básico en un proyecto a largo plazo, es delegar a un entrenador que pueda construir una plantilla, desarrollar un plan de trabajo, liderar a un grupo de jugadores. Los directivos del ‘verdolaga´ han pagado caro por no valorar a los entrenadores.
El menosprecio por los estrategas, a quienes en gran parte de las campañas no les quita la etiqueta de ‘interino’ es irrespetuoso y carente de principios. Adicional a que sean técnicos en propiedad o no, los mira por encima del hombro y escoge los momentos menos apropiados para quitarlos o ponerlos.
Independiente de los resultados, el trato hacia Hernán Darío Herrera y Pedro Sarmiento -y al mismo Carlos ´Piscis’ Restrepo, quien fue relegado a una labor asistencial durante toda su estadía con el verde- es inapropiado. Entre ellos tres suman cinco títulos en el fútbol profesional y la dirigencia los trató como si fuesen entrenadores de fútbol aficionado.
El menosprecio dirigencial hacia los entrenadores no es algo nuevo. Para el tiempo la verdad y es bastante llamativo que en las actuales finales sí estén presentes Alejandro Restrepo (Pereira) y Alexandre Guimarães (América), quienes fueron desechados de forma similar a la de Pedro Sarmiento. Por no mencionar a Leonel Álvarez, que al frente de Águilas logró su clasificación y ha sido ignorado en cada semestre, bajo el argumento de la búsqueda de un foráneo.
Ante las ´ninguneadas’ a los entrenadores, las nóminas terminan siendo confeccionadas por las mismas directivas. El resultado es que terminan contratando mal y renovando mal, pensando más en lo económico que en lo deportivo. En la misma temporada se evidenció que jugadores y hasta presidentes son solo fichas que se quitan y se ponen, de acuerdo con el ego y no a la razón.
Para el hincha siempre habrá ilusión, y se viene una nueva copa. De hoy a abril cuando inicia la fase de grupos, aunque no es el tiempo ideal -el equipo ya debería estar estructurado hoy, dada la meta que se desea- es lo que tiene Autuori para armar un plantel que hoy tiene grandes falencias.
Un arquero que haga contrapeso a Mier, un delantero que haga lo mismo con Jefferson Duque. Alternativas reales para la zona defensiva y el mediocampo -con nivel para disputar dos torneos-, y más que eso, el como engranar un plantel que hoy tiene más nombre que nivel son parte del reto que asume el técnico brasileño.
¿Qué pasa si en las primeras jornadas de la próxima temporada, los resultados no acompañan a Autuori? ¿Los directivos lo sacaran a sombrerazos, como ya lo hicieron con el mismo Autuori en 2019? La institución debe de dejar seguir arando en el mar y empezar a respaldar procesos.
Una cosa es decir que se tiene un plan a largo plazo, otra muy diferente es la de actuar bajo ese plan y adaptarlo según corresponda. Cuando no se tiene claro para donde se va, ninguna ruta sirve. Solo un cambio de mentalidad en la dirigencia puede encausar a un club con todos los recursos para perpetuar su grandeza. Nos vemos en la próxima Tribuna.
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