Se nos fue febrero en un abrir y cerrar de ojos, con muchos acontecimientos deportivos, claro está. Los torneos de tenis, las carreras del calendario UCI, los clasificatorios de baloncesto, muchos espacios en los que fueron protagonistas los colombianos, se hicieron noticia; pero también fue noticia el fútbol colombiano y no precisamente, o bueno, sí, por los temas arbitrales, sino porque se pasa por alto que febrero es el mes de fundación de muchos de los equipos tradicionales del país. Es como si de repente el famoso mes de los enamorados tomara poder en su esencia y se celebrara esa ocasión, pero con los fieles seguidores de la pelota, parte de una historia y de un legado generacional imborrable.
Patriotas, el lancero, uno de los más jóvenes de esta camada celebró 21 años de existencia, con altibajos, sí, con ascensos y descensos, también, pero con el paso de algunas reconocidas figuras del balompié nacional.
Pereira, el inquilino bien acomodado de la Primera División que sí creyó en los tan temidos procesos y que obtuvo no solo su lugar en la máxima categoría, sino el respeto de toda la gente llegó a los 80 años de fundación en el marco de lo que es su mejor época en la historia.
América de Cali, uno de los más antiguos del territorio, festejó 97 años de desafíos y retos, de resiliencia al tocar fondo y volver a lo que bien sabe hacer, ganar; el equipo con récords y anti-récords que lo hacen único e incomparable, y el que, sin duda alguna, es de los más grandes de Colombia.
Santa Fe, el famoso primero para la eternidad que, bajo esta premisa y la resiliencia de su hinchada, ha logrado escribir apartados imborrables en la historia del balompié, llegó a 83 años de legado nacional e internacional; un festejo que llegó sobre el cierre del mes.
¿Qué tienen en común dichos clubes, además del mes de su cumpleaños? No solo el rojo en parte de sus colores emblema, ni algunos jugadores que pudieron pasar por allí; es el hecho de la importancia de su existencia, de la esencia que le imprimen a nuestro fútbol, cada gol, cada partido y cada historia de un hincha, son un acto de autenticidad que hacen grande para algunos, pequeña para otros, los diferentes equipos del país.
A lo que quiero llegar sin tanto rodeo, es a la parte en la que decimos que no son 10 años, o 50, u 87, los que hagan importante a una escuadra; simplemente el prestigio y el respeto por cada rival se consigue día a día y se demuestra con hechos y resultados, esfuerzo por el que trabajan cada temporada tanto jugadores como directivos. ¿Y los hinchas? Lo único que tienen que hacer es ser fieles y alentar en buenos y malos momentos, que de lo demás se encargan todos en la cancha, y la temida suerte, que también juega un papel importante en estas cosas de la pelota. Todo para al final cerrar con… ¡Feliz cumpleaños a los de febrero!
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