Un hecho histórico marcó recientemente al deporte colombiano, al alcanzar dos subtítulos mundiales en una de las disciplinas que ha brindado importantes títulos al país, pero del cual es poco reconocido el talento, esfuerzo y preparación de sus representantes… el boxeo.
Hace algunos días se logró el doble subcampeonato femenino en el Mundial de Boxeo. Jenny Arias en los 54 kg y Angie Valdez en los 60 kg fueron las encargadas de conquistar la India, y de obtener un hito más en sus carreras llenas de sacrificio y dedicación pelea tras pelea, en un camino casi anónimo ante lo mediático, la información “que vende” y lo que la sociedad en conjunto piensa que puede ser “poco importante”.
Así como ellas, Ingrit Valencia en los 50 kg y Camila Camilo en los 63 kg se subieron al podio para recibir sus medallas de bronce, y sumar en total cuatro preseas en el ring para la delegación cafetera.
Y aunque no se logró ninguna medalla de oro, el orgullo y el mérito se celebran; no es ser conformistas con la derrota, sino exaltar la labor de estas deportistas, cuyo golpe más significativo ha sido contra las adversidades de sus vidas, pues son ejemplos de superación; o si no, recordemos el caso de Arias y el tratamiento para que su padre volviese a caminar, o la estafa a Valencia cuando compró una casa, casos que ocurrieron paralelo a su participación en los más importantes torneos.
Hoy han logrado un paso más para poder llegar a obtener ese primer puesto global, mientras dejan en alto el nombre de nuestro territorio, y mientras nos demuestran que no hay obstáculo para lograr nuestros sueños. Seguramente las veremos el próximo año en los Juegos Olímpicos de París, si es que para ese entonces han cesado las disputas por mantener o excluir al boxeo de la competición. En un deporte que es tan relativo, subjetivo e influenciado por la opinión de los jueces, estas mujeres se han destacado, y poco a poco han ido sumando récords personales que forjan una nueva generación de representantes femeninas. Es por eso por lo que se les debe dar un reconocimiento especial y confiar en que muy pronto, con el puño firme, como ellas nos han enseñado, obtendrán esa reivindicación a tanto empeño por ser las mejores y se logrará el tan anhelado golpe final, el maravilloso golpe de la victoria.
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