En las últimas semanas el contexto del fútbol colombiano entró en la boca del lobo tras los anuncios de la Superintendencia de Industria y Comercio de abrir una investigación por presuntas irregularidades en las competiciones femenina y masculina, la manipulación de los contratos, y el ‘amaño’ de los juegos para favorecimiento de las casas de apuestas.
Ante esto, las alertas se encendieron y como en cada situación, salieron los buenos y los malos del cuento como protagonistas de una historia que aparentemente hasta ahora comienza. Sin embargo, este parece ser solo un capítulo más de una novela cíclica, que arranca con la denuncia de un tema y termina en enredos, nada de solución y el archivo del caso; esperemos que esta vez sea diferente y se puedan emprender las acciones legales a quienes están involucrados, sin importar que sean los mismos que han ocupado los altos cargos y las dirigencias de los equipos y federaciones durante años.
Todo esto suena maravilloso cuando lo planteamos de esta manera, aún sabiendo que Colombia es el país de la amnesia permanente, y entendiendo los riesgos que trae para la historia del que alguna vez llegó a ser “el quinto mejor fútbol del mundo” si se llegase a suspender o a terminar; pero aún más cuando días o semanas después de estas acusaciones terminan muriendo en situaciones extrañas personas con gran poder en esta rama, y simplemente las cosas quedan en eso, en un fortuito caso, un muerto más, y un habitante menos para una nación superpoblada.
Entre los hinchas y seguidores las opiniones son divididas, pues la razón y la pasión desequilibran la balanza, y así como algunos quieren que se corte el problema de raíz, los caradura (¿O debería decirles realistas?) simplemente se acomodan a la premisa de que tan solo fue algo mediático y que no existirán consecuencias en el tema.
Lo cierto de todo es que la responsabilidad recae en el ente regente del fútbol y aquellas entidades que adelantan las respectivas investigaciones; pero más que todo, en el primero en mención, pues con mejores exigencias, mayores sanciones y las no preferencias sobre ciertos clubes, existiría una equidad en el manejo de una liga y el desarrollo de torneos serios. Ahora, ¿se aproxima la hecatombe? No lo sabemos, pero ojalá lo que pase sea para el bien del fútbol y que por primera vez, gane la verdad.
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