Cierra el año 2020 en la gran carpa y la marca alemana se lleva todos los premios, demostrando, una vez más, la desigualdad que reina la Fórmula uno.
Lewis Hamilton ganó con superioridad y holgura su séptimo título de la categoría reina del automovilismo y superó a Michael Schumacher en los récords de títulos y grandes premios. No hay duda de que el británico es un buen piloto, pero, gran parte de sus logros se los debe a tener un carro infinitamente mejor que los otros 19 que compiten en pistas alrededor del mundo. Podría tener un solo competidos, su compañero de equipo, sin embargo, en ocasiones, pareciera que su Mercedes es mejor que, incluso, el de Bottas.
De esta manera, se podría decir que Hamilton, para ser campeón, debe pensar en ser mejor que su compañero de equipo y no cometer errores graves y se asegurará el título. Ahora bien, aunque considero que el séptuple campeón del mundo no está cerca de ser de los mejores pilotos de la historia, es imposible no reconocer su regularidad y su capacidad de manejar sin errores.
Sin embargo, este fin de semana marcó una serie de sucesos que demuestran que gran parte del éxito del británico se lo debe a su carro y no tanto a sus capacidades como piloto. Por un Covid-19 positivo Hamilton no pudo competir en el Gran Premio de Sakhir, por lo que fue reemplazado por el joven piloto George Russell, quien llevaba toda la temporada corriendo para Williams sin poder conseguir un solo punto y terminando todas las prácticas, clasificaciones y carreras en los últimos puestos.
Pero, el Covid-19 desnudó una realidad. La Fórmula uno la ganan, en gran parte, los carros y no los pilotos. George Russell tuvo los mejores tiempos, quedó segundo en la grilla de partida detrás de Bottas y si no fuera por unos errores desastrosos y, si me preguntan, hasta sospechosos del equipo en pits durante la carrera, hubiera ganado el segundo gran premio disputado en Baréin en el 2020.
Varios pilotos han manifestado que la desigualdad en los carros le quita mucha emoción a la Fórmula 1 y que impide que un buen piloto haga la diferencia si no está en el equipo dominador.
Es innegable que hay carreras emocionantes, que hay momentos que se quedan en la memoria y pilotos que, sin estar peleando arriba son los favoritos del público.
Lewis Hamilton, por números, es el mejor, el hombre récord. Sin embargo, para muchos, entre quienes me incluyo, está muy lejos de ser el mejor de la historia y eso lo demostró Russell este fin de semana, seguramente sin intención. El joven británico desnudó verdades que todos conocen, Mercedes es campeón del mundial de constructores, pero en gran parte también del de pilotos.
En la Fórmula uno el mejor piloto no es campeón a menos que corra para Mercedes y eso, para mí, le quita gran parte de la emoción a la categoría. Saber, desde la práctica uno de la primera carrera del campeonato quién va a ser el campeón, daña la magia que, por años, mostró la categoría.
Se dice que se trabaja cada año por regular estas diferencias y que los equipos y pilotos compitan en una mayor igualdad de condiciones, pero poco se ve esto en la realidad. Ojalá podamos ver esta igualdad pronto y que pilotos de grandes condiciones puedan competir por el campeonato, aportando esa diferencia que todos apreciamos en las carreras, sin importar el equipo para el que compitan.
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