El pasado domingo los paisajes romanos fueron testigos de la coronación de Primoz Roglic como el ganador de la maglia rosa en la edición número 106 del Giro de Italia, que contó con varios protagonistas reconocidos por su buen presente deportivo, así como de aquellos que suelen sorprender por ser gregarios de las estrellas en las etapas clave.
Sin embargo, lo que más se destaca en estas Grandes Vueltas es que, quienes realmente se preparan para llegar a destacar de la manera como lo prefieran, y acompañados además de la suerte que les evita caídas o accidentes en las carreteras, logran esos objetivos acompañados de un factor llamado actitud, y que es fundamental para que un deportista pueda mejorar su rendimiento día a día.
Pues, fue justamente esa actitud la que reforzó el nombre de Colombia como una de las potencias que de alguna manera se hace siempre presente en el mundo sobre ruedas, esta vez comandada por Einer Rubio y Santiago Buitrago, la mejor representación de los ‘escarabajos’ para demostrar que la garra y la valentía son pilares para cruzar las calles cafeteras; además, lograron emocionar a todo aquel que siguió cada uno de sus pedaleos la competencia.
Conquistar etapas clave sin fallarle al ADN tricolor con los triunfos de montaña fue otra de las particularidades, y demostrar que no es una casualidad sino el resultado de un esfuerzo que se ha trabajado por años es la base de un recambio generacional en las figuras deportivas de esta disciplina.
Y es que, el ver la bandera colombiana entre dos de los mejores 15 puestos del Giro genera esperanza para los que entienden lo que significa el legado ‘escarabajo’; el avanzar casillas dentro del ranking mundial e ingresar al top 100 muestra una recompensa a la dedicación; y el ser el orgullo de 50 millones de personas que viven el ciclismo como un deporte bandera lo es todo cuando los pedaleos son desde el fondo del corazón.
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