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Cerca de 4.000 aficionadas asistieron al Estadio Azadi de Teherán para presenciar la goleada de su selección frente a Camboya (14-0).
La asistencia de mujeres al partido de fútbol que este jueves disputan las selecciones de Irán y Camboya, en la fase clasificatoria para el Mundial de Qatar 2022, marca un punto de inflexión no solo en la historia del deporte en la República Islámica, sino en la lucha de las iraníes por sus derechos. La medida se dio tras la conmoción social por la muerte de una mujer, las presiones de la FIFA y la persistente lucha de líderes reformistas en la teocracia iraní.
Este encuentro en el Estadio Azadi de Teherán (resuelto por 14-0) es el primero en cuatro décadas al que las aficionadas pueden acceder sin ser preseleccionadas, y derriba, aunque sea de manera temporal, una barrera en el último país que no permitía la entrada libre a los estadios de las seguidoras. No obstante, algunas activistas se han quejado del escaso número de entradas que se les han reservado y temen que sea solo una concesión limitada ante las presiones de la FIFA.
En total, las mujeres podían disfrutar de 4.000 de las 78.000 plazas con que cuenta el Azadi, aunque según la web de 90, el programa más popular de fútbol de la televisión iraní, algunas no salieron a la venta. Las afortunadas que han conseguido una entrada han ocupado cuatro sectores segregados de las gradas, vigiladas por 150 mujeres policía.
Miles de mujeres con banderas y artículos de la selección nacional cantaron y respaldaron a su equipo este 10 de octubre desde algunas de las 4.000 sillas que les permitió el Gobierno iraní para ver el partido entre Irán y Camboya.
Las mujeres tienen un veto para asistir a esos espectáculos en Irán desde 1979, cuando triunfó la Revolución Islámica y en esa nación gobierna una teocracia que hace una interpretación rígida de la sharia, un tipo de derecho canónico basado en el Corán.