“¿Papá? ¿Viste cómo robaron a Italia en el Mundial? ¿Papá?…“
Eran pasadas las 9:15 de la mañana de aquel 18 de junio de 2002. Era un adolescente al que le gustaba el fútbol, que entrenaba en la escuela de Millonarios en el club Fontanar todos los fines de semana, que lo apasionaba mientras acompañaba a mi enfermo padre en casa (tenía 58 años), y al que ese día la vida lo sorprendió.
Yo no sabía qué era la muerte, veía con ojos muy románticos al fútbol, porque el balón es nuestro amigo como diría Oliver en los Supercampeones, una de mis series favoritas de infancia junto a los Caballeros del Zodiaco. El balón era mi amigo y me hacía tener amigos en la cuadra.
Era el Mundial de Corea-Japón 2002, que era en la madrugada. Y sin dudas admito que, hoy 18 años después, no dimensioné la situación. Quizás por inmadurez, quizá por apasionado, o porque el fútbol siempre había sido la respuesta a mis preguntas.
Decidí ver el Mundial, pero por los horarios era casi imposible. Recuerdo mucho un Rusia vs Túnez a la 1 de la madrugada, ver a Argentina quedar eliminada contra Suecia a las 3 de la mañana, porque a pesar que no estaba la Selección Colombia yo amé el fútbol desde siempre, y el de selecciones siempre fue mi predilecto.
Siempre que veo cerca el Mundial algo se mueve dentro de mí, y en el Mundial de Rusia (que vi desde Colombia) se sacudieron fuerte las fibras de nuevo, hasta el punto de las lágrimas en la premiación por los recuerdos mismos del 2002, el 2002 que el fútbol quisiera olvidar para siempre, al igual que yo.
Tenía pendiente escribir esto desde hace mucho tiempo y lo hago con la intención de cerrar de alguna manera este capítulo, aquel en el que las emociones del juego en la madrugada contrastaron con mi madre lejos en un hospital, sin chance de visitarla porque mi padre estaba en cama y era visitado por nuestro médico particular casi todos los días. Mi respuesta a esos días era la misma que tengo hoy en medio de esta pandemia, el fútbol.
La última madrugada que pasamos derecho con mi papá viendo fútbol juntos fue la del 17 de junio, el partidazo de México y Estados Unidos, seguido del convincente triunfo de la Brasil de Ronaldinho, Ronaldo y Rivaldo por 2-0 contra Bélgica. Eso fue lo último.
Ya en la madrugada del 18 de junio, mi papá quería descansar, la noche anterior había estado muy mal, pero lo había visitado el médico. Por eso no recuerdo haber visto el juego de Japón y Turquía, pero sí lo escuché por radio en mi cuarto. Me dormí sin saber lo que pasaría…
Eran pasadas las 9:15 de la mañana de aquel 18 de junio de 2002, encendí el radio y todos los comentarios eran sobre el polémico partido entre Corea del Sur e Italia, donde la ‘Azurra’ quedó eliminada con un gol de oro de Ahn Jung-hwan, jugador que fue despedido del Perugia después de lograr la hazaña para los asiáticos.
Toda clase de ingredientes tuvo ese partido que no vi por permitirle descansar a mi papá como era justo. En Youtube hay un resumen más que interesante, comentado entre otros por el técnico de Italia de ese momento, Giovanni Trapattoni.
Me quedaría corto comentando el desastre arbitral de Byron Moreno, quien pagó dos años y siete meses de cárcel por tráfico de heroina en los Estados Unidos en 2010 y que hoy vive en Guayaquil (Ecuador).
También me quedaría corto recordando lo que fue la clasificación a Semifinales de Corea del Sur con otro aguacero de polémicas contra España, y lo que fue un Mundial que en general no gustó. Ese Mundial donde Brasil fue pentacampeón, el último título sudamericano en la Copa del Mundo hasta ahora.
Eran pasadas las 9:15 de la mañana de aquel 18 de junio de 2002, después de escuchar la radio fui a avisarle a mi papá sobre el partido, sobre lo que escuché de la polémica, luego de recoger el periódico de debajo de la puerta.
“¿Papá? ¿Viste cómo robaron a Italia en el Mundial? ¿Papá?…“
Papá estaba, pero ya no estaba.
En medio de la confusión y el desconocimiento, acerté a llamar al mejor amigo de mi papá en aquel entonces que era abogado, Oriol se llamaba, con quien nunca hablé después, pero con quien estoy muy agradecido.
Él me puso en contacto con toda la familia con la que no había tenido contacto más allá que en las fotos de mi primera infancia…
La primera noche fue la peor, y seis días después mi mamá fue la que partió desde su cama de hospital no sin antes decirme, en un sueño, que todo va a estar bien y que no me va a faltar nada, solo debo confiar.
Mamá cumplió y seguirá cumpliendo.
Desde entonces supe que me toca cumplir a mí a mí en el día a día.
En unos tiempos donde trato de mantener mi vocación a flote debo volver al origen para seguir adelante, para no dejar de soñar nunca hasta el día en el que vuelva a reunirme con ellos, para compartirles realmente toda la aventura que ha sido esta vida alrededor del balón, que tuvo como real punto de partida una madrugada del 2002.
Por cierto, tal vez Corea del Sur ya se olvidó de su propio Mundial del 2002 envuelto en polémicas, porque en sus redes sociales oficiales, la Federación de Fútbol de Corea prefirió recordar el debut en el Mundial de Suiza 1954, con todo y que fue goleada en contra 9-0 ante los ‘Magiares Mágicos’ de Hungría, porque para ellos allí empezó todo y no en 2002.
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