Editorial: ¿cómo mejorar la aburrida Liga colombiana?

¿Crear más partidos por medio de unos pentagonales? ¿Ampliar el número de equipos? ¿Extender el calendario a Navidad y Año Nuevo?

No son palabras sueltas, son ideas que pueden tener total receptividad en el seno de la Dimayor para mejorar el producto del fútbol profesional colombiano. “El equipo al que verdaderamente amas” tal vez no logra los resultados que quieres por el mismo sistema del campeonato, pero nada va a cambiar ni mejorar si no hay una visión real sobre lo que se requiere para un verdadero desarrollo del fútbol profesional en Colombia.

El contexto es el informe del Observatorio de fútbol del CIES, que ubicó a la Liga BetPlay Dimayor en el puesto 67 entre 74 ligas del mundo en cuanto a opciones de gol generadas, y en el puesto 66 de 74 en cuanto a goles anotados (2,26).

Aunque el estudio le apunta a problemas futbolísticos, la mejor manera de cambiar el panorama es si mejora la competitividad, lo cual no va a suceder si no hay reformas estructurales desde la misma Dimayor, recordando que son los 36 clubes socios quienes toman las decisiones.

Lo urgente es mejorar el nivel competitivo del campeonato, tanto de Liga como de Ascenso, y no va a ocurrir importando el sistema de Playoffs con repechaje de la Liga MX donde 12 de los 18 equipos clasifican a la Liguilla (y allá no hay descenso), ni tampoco ampliando la Liga a 22 equipos para iniciar un proceso como el de Argentina para darle gusto al presidente de Patriotas por aquel partido América-Cortuluá en Tuluá donde el entonces gerente deportivo de Dimayor Vladimir Cantor (hoy en Atlético Bucaramanga) fue el chivo expiatorio al ser despedido fulminantemente.

Para mejorar ese nivel competitivo se debe acabar el confort de muchos equipos. El primer paso se dio con el campeonato de este año cambiando un poquito el manejo del descenso, que si fuera totalmente justo con el rendimiento anual y no por promedio mandaría directo a la B al Cortuluá y al Deportivo Cali.

Sin embargo, el confort no es solo por el descenso, también por la cantidad de equipos y de partidos. El campeonato colombiano tiene un total de 56 jornadas, un auténtico exabrupto que ha sido avalado por Dimayor (que son los mismos clubes) para sostener y lograr cumplir el contrato de televisión, especialmente tras la pausa por el confinamiento de la pandemia (que nos iba a convertir en mejores personas).

Para reducir las jornadas hay que erradicar los cuadrangulares y en el mejor caso para darle gusto a los directivos que les gusta “un campeonato emocionante”, jugar solo Playoffs de ida y vuelta desde Cuartos de Final hasta la final. O inclusive, eliminarlo del todo y así poder jugar Copa, Liga y darle respiro a los clubes para torneos internacionales donde el fútbol colombiano no se cansa de fracasar. Algo hay que hacer.

Y no se puede hablar de confort sin hablar de la B, donde varios clubes no tienen problema en mantener pésimas campañas al no tener el apremio o exigencia de mantener la categoría. El objetivo no es ascender, es sacar alguno que otro jugador para la Liga o a campeonatos del exterior de segundo o tercer orden para ganar dinero en un campeonato que es un festival de partidos con tribunas vacías o a puerta cerrada. Si a la Liga le sobran equipos en cuanto a cantidad, a la B le hace falta un buen refresco y exigencia que provenga así sea de la Primera C aficionada, que hoy por hoy es manejada por Difútbol con partidos que en muchos casos ni siquiera tienen comisarios de campo y reportes oficiales. Vivimos en la prehistoria.

La falta de poder de Fernando Jaramillo (presidente de Dimayor, quien es un empleado de los clubes), sumado al ‘amarre’ del contrato actual de televisión y los partidos que anualmente se deben cumplir, más la ausencia de autocrítica y visión de los dirigentes que van cada uno por su lado viendo a ver cómo sacan un poco de dinero, impedirán que el fútbol colombiano crezca en competitividad y reconocimiento internacional en los próximos años, a menos que un día se den cuenta de la realidad que vemos periodistas y aficionados semana a semana, fracaso tras fracaso.

José Gabriel Celis

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