En estos días ha habido controversia sobre los manejos de prensa y comunicaciones en varias instituciones dedicadas al deporte en Colombia, particularmente al fútbol.
No pretendo juzgar a nadie ni mucho menos, tampoco generar verdades absolutas, pero sí compartir algunas de las muchas percepciones y situaciones que he visto a lo largo de más de 12 años dedicados al cubrimiento deportivo de manera presencial y remota, con acreditaciones o sin acreditaciones, y siendo parte de él entre 2010 y 2012 con Academia Fútbol Club donde aprendí, cometí errores, pero finalmente me fui con buen nombre cuando la historia del equipo llegó a su fin.
Lo primero: ser buena persona. Contra eso no pelea absolutamente nadie. El jefe de prensa y comunicaciones hace un trabajo a partir de directrices, que en muchos casos se ha vuelto restrictivo desde el 2011 hasta la fecha en el caso del fútbol profesional en Colombia, lo cual viene desde el manejo de medios implementado por FIFA, replicado por Conmebol y demás entidades. Se puede hacer caso, pero no maltratar a la gente.
En segundo término: presumir buena fe. Es cierto que los decálogos del manejo de derechos por parte de FIFA y licenciatarias de televisión es sumamente estricto, pero a veces los colegas que pasan por encima de ello lo hacen a partir del desconocimiento, o a partir de vacíos como el de no mostrar problemas de orden público en los estadios en las transmisiones oficiales. El periodismo registra, informa, da a conocer los hechos. Sin embargo, el diálogo y entender el contexto son dos factores que deben primar antes de amenazar o de expulsar a periodistas de los escenarios deportivos.
A propósito, ser jefe de prensa y comunicaciones no es para amedrentar a los colegas. Es un rol que va muy de la mano con la imagen de la marca o entidad deportiva a la que se representa. Es claro que se requiere una buena hoja de vida más allá de los contactos y amistades, pero sobre todo saber qué tipo de responsabilidad tiene y qué clase de manejo requiere.
En un mundo ideal, el director de comunicaciones, jefe de prensa o cómo se le quiera llamar, debería ser un gestor y no una persona que cierra puertas. Esa labor de gestor necesita un equilibrio entre los lineamientos de FIFA y demás, con el apoyo a visibilizar una marca por medio de entrevistas, conferencias de prensa, eventos, entre otros. Tristemente, se discrimina por privilegios o nombres de medios, lo cual ha afectado mucho a la prensa independiente.
Algo para agregar en estos asuntos que han levantado ampolla en las últimas semanas: Estar al frente de las comunicaciones de una Selección Nacional, club, Liga o demás, no es un lugar para el abuso de poder, las amenazas al oído en público y en privado, la persecución a periodistas por usar su libertad de expresión en medios digitales o simplemente, vetarlos.
Muchas cosas cambiarán cuando las ideas cambien, porque las personas van y vienen, y los colegas saben que no hace falta mencionar nombres propios cuando las situaciones aquí plasmadas son frecuentes y no provienen de una sola persona. Las instituciones quedan, pero muchas ideas parecen enquistadas, siguen y seguirán haciendo daño al periodismo deportivo en Colombia.
Lo invito a sacar sus propias conclusiones y a compartir este artículo con sus amigos.
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